2 de septiembre de 2010

Sentía mis costillas congeladas, no podía abrir los ojos, pero la claridad del día me molestaba igual. No estaba en una superficie cómoda, me estaba helando y se sentía dura. Parpadee cuatro o cinco veces hasta que mis pupilas se acostumbraran a la luz. Miré a mi alrrededor y reconocí que estaba en el baño. Una canción sonaba a lo lejos, relajante. Podía ver unos papeles pero no llegaba a leerlos. También alcanzaba a ver una botella vacía y un vaso roto. Me percaté de que estaba en ropa interior y temí, no recordaba nada. Incorporándome lentamente descubrí que todo a mi alrededor giraba, en la cabeza un dolor punzante me agotaba. Los mareos cesaron y me acerqué a los papeles. Rayones, palabras sueltas y manchas los cubrían por todos lados. Sentí un pequeño pinchazo en el brazo izquierdo y vi que tenía cortado.
Una frase me impactó, escrita en uno de los papeles "todo sucede otra vez". Y una imagen me vino a la mente. Era de la noche anterior y una sombra me decía adiós. Y ahí recordé lo que se sentía y todo lo que veía a mi alrededor eran excusas para olvidar, solo para eso.



Una vez más había sido lastimada.

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