20 de diciembre de 2010

Se encontró sola sin saber que hacer, sin saber como ocupar su tiempo, ese que no valía la pena. Pensó en escribir una única forma de descargarse y lo único que escribió fue "soledad". Abolló el papel y hasta controló las ganas de metérselo en la boca. Se levantó y sin saber porqué sintió ganas de hablarle, su cuerpo le jugaba una mala pasada y en un momento de claridad metió el teléfono en la heladera. La comida no la tentaba. Tendida en el piso, con las extremidades extendidas intento no pensar en su penosa situación, en su estado en ese momento y el cuerpo accionó una vez mas dejando correr lágrimas heladas por sus mejillas. Nauseas se instalaron en su estómago, fue al baño y se durmió sobre la tapa cerrada del inodoro. Al despertar se encontró desnuda. Los ojos todavía húmedos se recuperaban de su descontrolado llanto y unas incontenibles ganas de seguir llorando, ya casi sin saber porqué, la seguían acosando y así las lágrimas brotaron de sus ojos como agua del suelo. Se levantó agarrándose de todo cómo si las fuerzas de sus piernas se hubieran ido con su llanto. Los ojos rojos en cuanto se vio al espejo, cómo inyectados en sangre. Horribles como todos aquellos acontecimientos. Sentía el ruido placentero del silencio y eso la hacía sentir un poco mejor. No quería que nadie la viera en ese estado. Fue al cuarto, aunque los mareos no la dejaban pisar firme y se sentó en un rincón. El frío comenzó a congelar sus huesos, pero ahí se quedó hecha un ovillo. Sintiéndose un poco protegida por la oscuridad.

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